Preservar información es uno de los grandes desafíos modernos que todo usuario debe enfrentar. Obtener más capacidad de un medio es un paso fundamental, pero también está el hecho de que ese mismo medio debe resistir el paso del tiempo. Ambos detalles nos llevan a la Universidad de Southampton, donde un grupo de científicos desarrolló un nuevo disco con una densidad de 360 terabytes por unidad, y aún en temperaturas extremas, puede mantenerse estable por miles de millones de años.
La posibilidad de almacenar 360 TB de información en un disco con un diámetro de 12 cm, que, además, tiene una vida útil equiparable a la edad actual del Universo es, cuando menos, sorprendente. De hecho, resulta difícil creerlo, pero lo cierto es que esta tecnología ya existe. El primer ingrediente en el que merece la pena que nos detengamos es el cuarzo fundido, un cristal de óxido de silicio (SiO2), conocido habitualmente como sílice, que se caracteriza por tener una estructura amorfa.
A diferencia de los sólidos cristalinos, que tienen átomos perfectamente ordenados en una estructura conocida como red cristalina, las moléculas que conforman los sólidos amorfos no responden a una estructura ordenada. Esta característica les confiere un atributo muy interesante: sus propiedades físicas son las mismas en todas direcciones, un fenómeno conocido en física como isotropía.
La disposición irregular de las moléculas de los sólidos amorfos provoca que la intensidad de las fuerzas que describen las interacciones que existen entre ellas sea también irregular, por lo que estos sólidos no tienen un punto de fusión definido. Esto significa, sencillamente, que se funden en un intervalo de temperatura, y no cuando alcanzan un valor de temperatura preciso, por lo que habitualmente se deforman antes de fundirse completamente.