Aunque hoy en día podemos conectarnos a Internet casi desde cualquier sitio, hay veces en las que las conexiones de fibra o mediante cables no son una opción.
En estos casos, una de las principales alternativas es el Internet por satélite. En este caso, en vez de conectarte a un router cableado y conectado a una centralita, te conectas directamente a un satélite.
La ventaja más evidente de este método es que puedes acceder a la red en sitios no cuentas con otras posibilidades. Tampoco necesitas tener una línea telefónica contratada para poder acceder a Internet, lo que la convierte en una opción más versátil si te estás moviendo de un sitio para otro.
Para conectarte a Internet vía satélite tienes que instalar una antena en el exterior de tu vivienda. Es una antena similar a las que se utilizan para la televisión por satélite, sólo que en este caso lo que recibes es la conexión a Internet.
Mediante esta parabólica vas a comunicarte de forma bidireccional con un satélite en órbita alrededor de la tierra. La función de este satélite es hacer «rebotar» la señal de tu casa a los concentradores de la empresa con la que tienes contratada la conexión, la que manda de vuelta la información a través del satélite que te lo enviará luego a tu casa.
Este módem funciona exactamente igual que los convencionales de cable y fibra. Podrás conectar tu ordenador directamente a él, y utilizar su WiFi para conectar el resto de dispositivos que tengas en casa, como móviles, tabletas, o portátiles.